Tiny Little Things: Cuxhaven

Capítulo 4: Segunda incursión en los pueblos alemanes, Cuxhaven 05-03-12

Para no morir de aburrimiento (más por parte de Marina que mía, hay que ver las horas que puedo estar viendo y re-viendo series...) organizamos otra excursión esperando que esta vez saliera mejor que en el primer intento...

Llegamos sin percances y empezamos a investigar el pueblo sin mapa ni nada (pa qué? menos mal que no dependíamos de mi nulo sentido de la orientación...). Buscábamos el mar, encontramos señales que indicaban la dirección para llegara las dunas. Lo intentamos, caminamos y caminamos, casas muy chulas con jardincitos, mucho frío, poca gente, mucho aire... 'Dune 3km' ¿3 km más al lado de la carretera? no gracias...

Volvimos hacia la civilización y encontramos un mapa, le hicimos una foto por si acaso y fuimos hacia el puerto.

Encontramos un paseo al lado del mar que llevaba hasta una playa con un faro. ¡A por él!

Hacía mucho mucho mucho aire (ninguno de los 'mucho' es gratuito) y frío... frío alemán. Aún así llegamos al faro, después de estar a punto de rendirnos alguna vez, acompañadas por gaviotas que intentaban volar contra el viento pero quedaban suspendidas en el aire como muñecos colgados del cielo.

Justo antes de llegar al faro vimos un cartel que indicaba que, del centro de Cuxhaven al faro había una distancia de 3km... genial...

Hacía mucho frío, teníamos hambre pero las manos dolían cuando las sacabas de los guantes para coger la comida.

Después de algunas fotos para tener evidencias de nuestra hazaña emprendimos el paseo de vuelta, con el viento de cara... la vuelta fue mucho más rápida, de hecho creo que no corrimos porque no notábamos los pies y teníamos miedo de perderlos en la carrera.

En cuanto pudimos dejamos el mar y entramos a las calles para protegernos del aire. Decidimos entrar en la primera cafetería que apareciera. Tuvimos suerte, la pastelería que encontramos era genial, calentita y tenía pasteles enormes de todo tipo.

Nuestra elección

Volvimos a casa contentas con el éxito de la excursión (aunque todavía no sintiéramos todos los dedos de los pies), por lo menos corroboramos que no todos los pueblos a los que podemos ir gratis son tan insípidos como Wilhemshaven.